El repujado

Repujado en hierro. Buriles.
Buriles que utiliza Guillermo para su trabajo.

El repujado es el arte consistente en trabajar el metal, en el cual se hacen resaltes de relieve. Es un técnica milenaria, aunque en la actualidad casi ha desaparecido, manteniéndose sobre todo para trabajos en cuero. Por esta razón, por lo inusual de la técnica, cobra mayor importancia el trabajo de Guillermo.

El artista trabaja habitualmente con planchas de hierro de un milímetro de espesor.

El relieve lo obtiene golpeando en frío por ambas caras de la plancha de metal con martillos y buriles de distintos tamaños y formas, muchos de ellos construidos o modificados por el artista. La plancha se deforma en cada golpe y el trabajo es, por un lado, impetuoso, los golpes han de ser enérgicos para domar el metal, y por otro lado, delicado, porque cualquier error de cálculo o de intensidad en los golpes puede hacer que se rompa la chapa y echar todo el trabajo a perder. El fuego de un soplete lo utiliza para rebajar las tensiones del metal y, una vez terminado el repujado, emplea el soplete para aportar tonalidades de color al metal.

La técnica del repujado es de una gran antigüedad, se conservan obras realizadas por los egipcios y los sumerios, datando algunas de casi 2.500 años a. de C. entre ellas el casco de oro de Meskalandug, encontrado en el Cementerio Real de Ur en 1924, y la estatua de Phiops I de Hierakompolis, faraón perteneciente a la VI dinastía.

Durante la guerra de Irak el museo de Bagdad fue saqueado y el casco de oro de Meskalandug desapareció.

Su época de esplendor fue la Edad Media, época en que se extendió por toda Europa, aunque antes ya se había practicado por el continente asiático. Los árabes españoles fueron maestros del repujado. Ellos iniciaron el trabajo en cuero ampliando así la gama de materiales clásicos (oro, plata, hierro, cobre y bronce). En el medievo, durante el periodo Románico fue cuando se desarrolló más intensamente, lográndose bellísimos ejemplares, y decayendo durante el periodo Gótico.

Es digno de mencionar el monje benedictino Teófilo, que en el siglo XII, en su tratado artístico «De Diversis Artibus» nos dejó una detallada descripción sobre la técnica de repujar.

En el Renacimiento el repujado volvió a cobrar gran importancia, especialmente gracias a la labor de Benvenuto Cellini (discípulo de Miguel Angel), que aprendió la técnica del orfebre Caradosso de Milán y que nos dejó un importante tratado sobre el repujado (Tratados de la orfebrería y la escultura).

En Grecia este arte se denominaba «sphyrelaton» que significa «realizado con martillo». La técnica del repujado y del martilleo, asociadas a las del cincel y del buril, se designan globalmente con el término de «Toréutica» (del griego: toreutiche techne, de toreuso o cincel).

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